El rito sagrado de la masturbación mental en los cumpleaños

Iré directo al grano.

Hemos aprendido a sacar conclusiones de nuestra valía, según lo que nos dice el “afuera”.

Si nos expresan mucho amor, entonces nos aman mucho. Y a más amor, más valemos.

Nuestro valor nominal, pasa así a ser —ilusoriamente— una cualidad relativa al ser humano que —creemos— que somos.

Entonces pasamos a “ser” del tamaño y valor del amor que recibimos, midiendo este amor de acuerdo a las expresiones que recibimos.

That sucks!. Es decir, ¡Qué cagada! pero una interesante, he de admitir. Y ya verás por qué.

Permanentemente cotejamos con la “realidad” si seguimos “aquí”. Si seguimos siendo vistos, escuchados, apreciados… amados.

Porque aprendimos a “necesitar” amor, tanto o más que alimento.

Dudamos de nuestro valor. Y por ende buscamos confirmación. ¿Dónde?

“Pues… afuera. En la realidad. ¿No? ¿Dónde más?”

Pfff! Qué dormidos estamos los humanos.

Hoy, celebro el día que decidí vestir la energía que Realmente Soy, con un cuerpo y, a través del amoroso canal de mi madre, aparecí en este planeta (a mi padre le debo mucho también, sin duda, pero la aparición triunfal fue gracias a mi mamá).

Este es el día por excelencia, en el que desde niños nos adoctrinan para confirmar nuestro valor basados en la respuesta externa.

A más llamadas, regalos, mensajes y muestras de afecto… más valemos.

Más importantes y amados somos. Y, mientras más grandes, elaborados, costosos y extravangantes las expresiones de aprecio… ¡más valiosos, importantes y amados somos también!

Y así año tras año, en la misma fecha sucede el rito sagrado… la ceremonia oficial para reforzar la hipnosis del poder en el afuera (algo así como los Hunger Games de la sociedad).

Sí, la de la foto soy yo. Celebrando sin hipnosis …y con postre sin gluten ;-)

Cada año nuestros amorosos padres se ocupan de organizar una hermosa y divertida fiesta (extenuante casi siempre), llenar la piñata con mucho plástico inservible que terminará en la basura (seguramente no reciclable), invitar a la mayor cantidad de amigos (y sus padres), vestirnos con las mejores galas (incómodas pero lindas), envolver con vistosos colores los regalos (muchos, muchos, ¡más por favor!), y tomar innumerables fotos (a ser publicadas inmediatamente en Facebook) a la hora de soplar las velitas (preferiblemente de esas interminables y que casi requieren un cuerpo de bomberos para extinguirlas)…

Por supuesto después de la intensidad y constancia de este largo entrenamiento estratégico… ¡Carajo! despertar de esa hipnosis requiere lo suyo.

Las celebraciones de cumpleaños pasan así a ser una adulación al ego (la mente), que sirven para medir y confirmar desde la mente (el ego), cuánto valemos.

Es decir… la celebración de cumpleaños es una masturbación mental.

Pero cuidado, no hablo del apocalipsis de la celebración onomástica. Dame chance de llegar al punto festivo del asunto un poco más adelante.

Hoy, a mis 47 primaveras lo veo claro.

No negaré que la idea me había cruzado por la cabeza antes, pero nunca como hoy 12/12/2013 lo he sentido más claro.

Mi camino de expansión de consciencia no sé cuándo inició oficialmente, pero después de él he cambiado de vida varias veces. No es que “mi vida” cambió. Es que yo he cambiado de vida.

Como quien cambia de canal en la autopista….

Y en este ahora de la vida que hoy celebro, sé cuánto valgo aunque tengo varias horas que no reviso Facebook, Twitter, WhatsApp, ni los mensajes del teléfono, para cotejarlo.

Hace varios años que algunas personas que amo no me llaman para felicitarme. ¿Qué significa eso?

¿Qué valgo “menos” que antes, cuando sí me llamaban? ¿Bajaron mis acciones en la bolsa del amor humano? Ouch!

Si algunos que antes no me llamaban porque no me conocían, ahora sí me llaman, y los que antes sí me llamaban ahora no… ¿será que quedo nivelada?

Alguien que el año pasado me hizo un regalo, este año no. Bueno, pero un nuevo amigo me envió temprano un hermoso video cantándome las mañanitas con un cuatro (instrumento tradicional venezolano, como una guitarra pero con 4 cuerdas).

Supongo que eso al menos me deja tablas ¿verdad?

Unos amigos que me invitaron a celebrar el año pasado, este año aún no han aparecido. Hmmm pero otros amigos que el año pasado me llamaron al final del día, hoy aparecieron tempranito.

Los participantes de los Programas que conduzco con mi mejoramigo-esposo-socio-compañerodeaventuras, me han llenado de halagos y expresiones de amor más allá de las palabras… pero de mi familia consanguínea sólo mi Mamá me ha felicitado. Ayayay…

Uf……. ¡Qué desgaste!…

Y a todas estas… la mente sacando cuentas… trigonometría emocional, raíz cuadrada del amor, función cuadrática (no tengo ni idea de qué es eso pero recuerdo el nombre de algún lado) de mi valor como ser humano.

Ok… respiremos…

Pronto le llego a la apología de la celebración de cumpleaños, porque esto se pone cada vez mejor :-)

Cuando expandimos nuestra consciencia y aprendemos a ver más allá de lo visible… encontramos la perfección espiritual tras cada historia.

Supongo que aclararte que tengo la certeza que Somos Seres Espirituales teniendo (no siendo) una experiencia humana, ayude a poner en perspectiva las cosas, y marcar una diferencia entre el Ser infinito (con mayúscula) y el ser humano limitado (con minúscula).

Ese sufrimiento, totalmente opcional, que experimenta el humano cuando no se siente amado, abre un espacio perfecto para reconocer que no necesitamos ese amor.

Y en ese espacio… aprendemos a reconocer que no lo necesitamos… porque SOMOS ese amor que estamos buscando.

Me encantan los ejemplos (tengo mi lado básico) así que voy con uno sencillito: nuestro cuerpo necesita sangre para funcionar ¿right? Si nos desangramos, nuestro cuerpo moriría.

Pero la sangre, aunque es componente clave de nuestro cuerpo, no necesita sangre. ¿Por qué? Porque ella ES la sangre. Es decir, la sangre no puede necesitarSE a sí misma.

De igual modo… siendo AMOR como Somos… no necesitamos AMOR.

¿Te das cuenta de lo que esto significa?

¿Notas la grandeza de este truco de la existencia?

SOMOS eso que, como humanos, creemos que necesitamos y que, desesperadamente andamos buscando a través del feedback externo.

Pfff la existencia la botó de home run escondiendo lo que los humanos buscamos, justo bajo nuestra nariz. Bueno… más allá de nuestra nariz, pero captas la idea seguramente.

Ajá, la apología.

Sabiendo que no necesitamos la validación externa para recordarnos lo maravillosos, grandiosos e infinitamente valiosos que Somos… podemos entonces escoger disfrutar, vacilarnos y apreciar la celebración, por el puro placer del disfrute mismo, y no como un mecanismo de confirmación.

Pero eso se dificulta cuando se hace desde la mente, cuando el ego es quien filtra la celebración y hace los cálculos matemáticos de cada mensaje, regalo y expresión de amor.

Por definición, es imposible sentiiiiiiiiiiiir la plena y absoluta certeza de nuestra grandiosidad como Seres Espirituales, si lo hacemos desde la limitada mente humana… si no hemos llegado a experimentar la certeza de Ser esos Seres Espirituales, esa Consciencia Pura de la que te hablo.

Desde niña supe intuitivamente que era una Mensajera. Mi mente lo negaba porque no se creía digna de serlo. Mi entorno le ofreció a mi personaje los perfectos retos que confirmaban las creencias de mi mente asustada por la grandeza de mi Ser.

Hoy, a 47 años de haber aparecido en este plano físico, mi regalo es declarar que asumo mi GRANDEZA y mi papel de Mensajera sin remilgos, sin falsas modestias, sin poses y con excitación, entusiasmo, rendición absoluta y amor incondicional.

Hoy celebro a plenitud cada llamada, cada regalo, cada mensaje y cada halago, tanto como cada ausencia, cada olvido, cada desdén y cada crítica.

Hoy, día de mi cumpleaños, acepta mi regalo.

Toma para ti lo que de este compartir resuene. Llévatelo puesto. Vívelo. Y… ¡celébrate! (aunque no sea “el día de tu cumpleaños”).

Celebra el amor que sientes por ti. El que no necesita ser validado, recordado o expresado desde otros.

Aunque esos otros… sean tu espejo.

P.D. ¡Feliz Cumpleaños a Mi! :-) La pasé fantástico. Conectada a mí y al amor. Escribiendo y con muchas experiencias como regalo. A medida que pasaban los ahora, fluí con ellos y abracé la excitante incertidumbre. Hoy leí montones de hermosos mensaje de cariño y aprecio. ¡Gracias!

Y… aunque no necesitaba pruebas de su amor… Leo me regaló una sublime melodía que escribió para mi al piano. ¡Éxtasis total!